Internet es muy útil y puede hacer que nuestras vidas sean mejores. Pero, como en otros ámbitos, hay algunos individuos, las proverbiales manzanas podridas, que lo usan para divertirse haciendo daño a otras personas. Los típicos matones de escuela pueden así proyectar su conducta enfermiza también en el ciberespacio, para seguir acosando a sus víctimas incluso cuando están en sus casas. En algunos países, el fenómeno está alcanzando cotas preocupantes.
Según los resultados de una investigación reciente, en un aula estadounidense típica del ciclo de enseñanza previo al universitario, de cada 30 alumnos, 5 han sido víctimas de ciberacoso en el último año.
El ciberacoso de los alumnos de ese ciclo escolar amenaza la autoestima, el bienestar emocional y los resultados académicos de los jóvenes en una etapa muy vulnerable de su desarrollo, tal como advierte el Dr. Andrew Adesman, jefe de Pediatría del Desarrollo y la Conducta en el Centro Médico Pediátrico Cohen de Nueva York. Aunque por regla general a los adolescentes les gusta estar conectados a internet, y con sus amigos, las 24 horas del día, hay que reconocer que esta conexión constante puede facilitar que las actitudes hostiles de algunos sujetos conflictivos se prolonguen también mucho más allá de las horas de clase, con el resultado de que internet y en especial las redes sociales acaben potenciando la conducta enfermiza de los matones e incrementando su potencial para traumatizar a sus víctimas de modos nuevos y diferentes.
El equipo de Adesman y Karen Ginsburg, también del Centro Médico Pediátrico Cohen, analizó datos de 15.425 institutos de enseñanza públicos y privados. Los resultados muestran que uno de cada seis estudiantes (16,2 por ciento) confesó haber sido acosado por vía electrónica en los últimos 12 meses. Las chicas eran el doble de propensas a informar de haber sido víctimas de este tipo de acoso que los varones (el 22,1 por ciento frente al 10,8 por ciento).
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