Con esta nueva imagen de una gran nube de formación de estrellas, conocida como W3, el telescopio espacial Herschel de la ESA nos desvela cómo se forman las estrellas masivas.
La nube molecular W3 alberga una enorme guardería estelar, a unos 6.200 años luz de nuestro planeta, en el Brazo de Perseo, uno de los cuatro brazos mayores de nuestra galaxia espiral.
Con una extensión de casi 200 años luz, W3 es uno de los mayores complejos de formación de estrellas de la Vía Láctea exterior. En su interior se forman nuevas estrellas de alta y baja masa. La línea divisoria se encuentra en las que presentan una masa ocho veces superior a la de nuestro Sol: por encima de este límite, las estrellas terminarán sus días con una dramática explosión de supernova.
Los brillantes nodos azules de la imagen indican las regiones donde se están formando nuevas estrellas masivas. En la esquina superior izquierda se encuentran dos de las regiones más jóvenes del complejo: W3 Principal y W3 (OH). La intensa radiación emitida por las estrellas en formación calienta el polvo y el gas que las rodean, haciéndolos brillar intensamente ante los ojos de Herschel, sensibles a la luz infrarroja.
Las estrellas masivas más antiguas también calientan el polvo que las rodea, como se puede ver en las regiones azules etiquetadas como AFGL 333, en la esquina inferior izquierda de la imagen, y el anillo KR 140, en la esquina inferior derecha.
La escena está surcada por una red de filamentos y columnas de polvo y gas de color rojizo, lo que indica su menor temperatura. Varios de estos núcleos fríos ocultan estrellas de baja masa en formación, cuya emisión se deja entrever como diminutos nodos amarillos.
Al estudiar estas dos regiones de formación de estrellas masivas – W3 Principal y W3 (OH) – los científicos han encontrado una nueva hipótesis para responder a una de las mayores cuestiones relacionadas con el nacimiento de las estrellas masivas. Durante su formación, la radiación emitida por estas estrellas es tan potente que debería arrastrar el material del que se alimentan, deteniendo su desarrollo.
Las observaciones de W3 apuntan a una posible solución: en las regiones de alta densidad, parece existir un proceso de circulación continua del material del que se alimentan las estrellas, que se comprime y se va confinando bajo la acción de los cúmulos de protoestrellas masivas.
Gracias a su fuerte radiación y potentes vientos, las poblaciones de estrellas masivas en formación podrían ser capaces de agrupar y mantener grumos de material del que se continuarían alimentando durante sus primeros y más caóticos años.
La nube molecular W3 alberga una enorme guardería estelar, a unos 6.200 años luz de nuestro planeta, en el Brazo de Perseo, uno de los cuatro brazos mayores de nuestra galaxia espiral.
Con una extensión de casi 200 años luz, W3 es uno de los mayores complejos de formación de estrellas de la Vía Láctea exterior. En su interior se forman nuevas estrellas de alta y baja masa. La línea divisoria se encuentra en las que presentan una masa ocho veces superior a la de nuestro Sol: por encima de este límite, las estrellas terminarán sus días con una dramática explosión de supernova.
Los brillantes nodos azules de la imagen indican las regiones donde se están formando nuevas estrellas masivas. En la esquina superior izquierda se encuentran dos de las regiones más jóvenes del complejo: W3 Principal y W3 (OH). La intensa radiación emitida por las estrellas en formación calienta el polvo y el gas que las rodean, haciéndolos brillar intensamente ante los ojos de Herschel, sensibles a la luz infrarroja.
Las estrellas masivas más antiguas también calientan el polvo que las rodea, como se puede ver en las regiones azules etiquetadas como AFGL 333, en la esquina inferior izquierda de la imagen, y el anillo KR 140, en la esquina inferior derecha.
La escena está surcada por una red de filamentos y columnas de polvo y gas de color rojizo, lo que indica su menor temperatura. Varios de estos núcleos fríos ocultan estrellas de baja masa en formación, cuya emisión se deja entrever como diminutos nodos amarillos.
Al estudiar estas dos regiones de formación de estrellas masivas – W3 Principal y W3 (OH) – los científicos han encontrado una nueva hipótesis para responder a una de las mayores cuestiones relacionadas con el nacimiento de las estrellas masivas. Durante su formación, la radiación emitida por estas estrellas es tan potente que debería arrastrar el material del que se alimentan, deteniendo su desarrollo.
Las observaciones de W3 apuntan a una posible solución: en las regiones de alta densidad, parece existir un proceso de circulación continua del material del que se alimentan las estrellas, que se comprime y se va confinando bajo la acción de los cúmulos de protoestrellas masivas.
Gracias a su fuerte radiación y potentes vientos, las poblaciones de estrellas masivas en formación podrían ser capaces de agrupar y mantener grumos de material del que se continuarían alimentando durante sus primeros y más caóticos años.
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