La temperatura de ebullición de un líquido depende de su presión.
En este hecho se basa el funcionamiento de la olla exprés: Al estar cerrada herméticamente, el calentamiento del aire que contiene hace aumentar la presión, de manera que el agua no hierve hasta los 120 grados centígrados; a esa temperatura, los alimentos se cocinan mucho más deprisa.
A la inversa, en la cima del Everest, donde la presión atmosférica es tan baja que el agua hierve a 71 grados centígrados, es muy difícil cocinar.
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