La historia se desarrolló a principios del siglo XX.
Una de las fábricas de Henry Ford tuvo problemas con un generador eléctrico recién instalado, por lo que el empresario solicitó la ayuda del ingeniero Charles P. Steinmetz.
Durante dos días Steinmetz con la ayuda de una libreta, un lápiz y un camastro analizó la situación. Escuchó los sonidos que emitía el generador y realizó los cálculos necesarios.
Con su análisis terminado, el ingeniero pidió una escalera, una cinta métrica y una tiza.
Charles subió con esfuerzo a lo alto del generador y midió con sumo cuidado, y colocó una precisa marca de tiza en una parte de la enorme máquina.
Tras colocar la marca, dijo que era necesario desmontar una placa del lateral del generador y eliminar 16 vueltas de la bobina a partir del punto en que había realizado la marca de tiza.
Los ingenieros de la fábrica siguieron las indicaciones y se solucionó el problema.
Al final de la historia, la factura enviada por Steinmetz a Ford desglosaba en “Marca de tiza en el generador: 1 dólar. Saber dónde hacer la marca 9.999: dólares. Total a pagar: 10.000”.
“Estamos ante uno de los padres de la tecnología eléctrica del siglo XX. Trabajó en la General Electric y realizó importantes aportaciones en ingeniería eléctrica y matemáticas”. Agregó que De hecho, la expansión de la corriente alterna y su uso en la industria a gran escala en generadores, motores y todo tipo de aparatos fue impulsada precisamente por las aportaciones matemáticas y técnicas de Steinmetz, sobre todo relacionadas con la histéresis magnética.
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