En el Reino Unido se ha creado una red académica, integrada por expertos de, hasta ahora, 11 instituciones, dedicada a impulsar investigaciones SETI (siglas en inglés de Búsqueda de vida inteligente extraterrestre) de variados tipos, incluyendo temas como métodos potenciales para detectar señales de vida inteligente, el reto lingüístico de descifrar eventuales mensajes alienígenas, las probabilidades de que una civilización extraterrestre interactúe con la humanidad, y la longevidad de las civilizaciones en el universo.
La red, denominada UKSRN (UK SETI Research Network), www.seti.ac.uk, la integran científicos de las universidades de Oxford, Manchester, Edimburgo, St Andrews, Birmingham, Portsmouth, la Universidad Metropolitana de Leeds, y el Birkbeck College (Universidad de Londres), así como el Observatorio de Kingsland en Irlanda y la British Interplanetary Society (Sociedad Interplanetaria Británica). Ésta última, fundada en 1933, fue la primera organización de su tipo que se creó en el mundo para promover la astronáutica. Siendo una entidad pionera en ese campo, la British Interplanetary Society tuvo un papel histórico destacado en el despegue de la astronáutica como tecnología más allá de la mera teoría, y entre sus socios más activos han figurado celebridades como por ejemplo el científico y escritor de ciencia-ficción Arthur C. Clarke, autor de "2001, una odisea del espacio".
La UKSRN ha sido presentada en un congreso reciente de astronomía celebrado en la Universidad de St Andrews y organizado por la Royal Astronomical Society (Real Sociedad Astronómica) del Reino Unido, una entidad fundada en 1820.
Muchas y muy interesantes son las líneas de investigación SETI abiertas por algunos de los miembros de la UKSRN, o las infraestructuras y recursos que pueden aprovecharse para escrutar el cosmos en busca de señales inteligentes.
Tim O'Brien del Observatorio Astronómico de Jodrell Bank, dependiente de la Universidad de Manchester, destaca la capacidad que el conjunto e-MERLIN de siete radiotelescopios tiene para proyectos SETI, y argumenta que la primera propuesta para buscar señales de radio emitidas por civilizaciones extraterrestres fue inspirada por la construcción del radiotelescopio Lovell en el Observatorio de Jodrell Bank.
El conjunto e-MERLIN, que incluye al radiotelescopio Lovell de Jodrell Bank, tiene interconectados sus componentes mediante fibra óptica, y se extiende por 217 kilómetros, desde Jodrell Bank a Cambridge. La capacidad lograda con esta estrategia de combinar radiotelescopios para obtener uno gigantesco virtual ofrece el potencial de poder distinguir verdaderas señales extraterrestres de simples interferencias generadas en la Tierra, un problema importante para todos los proyectos SETI de ondas de radio.
John Elliott, de la Universidad Metropolitana de Leeds, es un investigador de la naturaleza de la comunicación, especializado en cuestiones entre las que figuran cómo identificar la estructura del lenguaje, y los métodos para descifrar lenguajes desconocidos. Ha analizado más de 60 idiomas humanos, que abarcan todos los diferentes tipos de sistemas, y otras formas no humanas de comunicación, como la que se da en los delfines, o la que, por su "mentalidad" no biológica, es la única que pueden entender los robots avanzados. Elliot cree que conociendo a fondo nuestras capacidades de análisis de la comunicación, y expandiéndolas en la medida de lo posible mediante esos ejemplos de comunicación extrahumana en delfines y en robots, podemos desarrollar nuevas estrategias que nos permitan descubrir algún mensaje extraterrestre y comprender lo que dice.
"Supongamos que la búsqueda SETI tiene éxito y detecta una baliza artificial. Cualquier mensaje que recibamos es poco probable que esté escrito en "inglés marciano", por así decirlo, de modo que las técnicas estándar para descifrar / desencriptar utilizadas por los militares y por las agencias de seguridad no van a ayudar mucho. Un ejemplo, para poner el problema en su contexto, es que todavía tenemos alfabetos de la antigüedad que siguen sin poder ser descifrados a pesar de muchos intentos serios realizados durante varios siglos", explica Elliott.
Otra cuestión candente en la búsqueda de huellas de la presencia de inteligencia extrahumana en el universo es la que se conoce como la Paradoja de Fermi, por ser formulada originalmente por el físico Enrico Fermi en 1950, y que, a grandes rasgos, plantea lo siguiente: Si la vida inteligente fuera de la Tierra es común, ¿por qué no hemos detectado aún ninguna civilización alienígena? Las respuestas a esta pregunta podrían ser que la vida inteligente es rara, que las civilizaciones inteligentes avanzadas inevitablemente se autodestruyen, que esos seres inteligentes aún no nos han visitado por estar demasiado lejos, o que están cerca pero no se dan a conocer. Anders Sandberg, del Instituto del Futuro de la Humanidad, en la Universidad de Oxford, está investigando la cuestión de cuán lejos en el espacio y en el tiempo podría surgir una civilización que tuviera todavía alguna oportunidad para interactuar con la Tierra en la actualidad.
Duncan Forgan, del Real Observatorio de Edimburgo, está estudiando la posibilidad de detectar grandes estructuras construidas, en órbita a otras estrellas, por civilizaciones extraterrestres. Para la detección se podría emplear el método del tránsito. Con este método, se fotografía una estrella a intervalos regulares. Luego, un software especial evalúa el brillo de ella en las imágenes. Si, a intervalos regulares, hay diferencias en el brillo, es probable que ello se daba a que un planeta pase (haga un tránsito) entre la estrella y quienes la observan. El Telescopio Espacial Kepler ha detectado numerosos exoplanetas mediante esta técnica, y son muchos los futuros telescopios y misiones que utilizarán este mismo método.
Forgan ha investigado si la obstrucción del disco estelar por una gran estructura artificial en órbita podría alterar en un grado lo bastante delatador la forma de la curva de luz de un exoplaneta en tránsito. Por ejemplo, un espejo muy grande podría dejar una huella característica en los datos de tránsito de exoplanetas, que podría ser detectable con la próxima generación de telescopios.
Aunque las posibilidades de ver megaestructuras artificiales alienígenas sean muy bajas, las investigaciones SETI pronto se beneficiarán de un enorme archivo de datos sobre exoplanetas para buscar esos hipotéticos objetos artificiales, sin costo adicional. Los científicos que trabajan en actividades SETI podrían detectar la existencia, o vestigios de la antigua existencia, de una civilización alienígena, en el caso de que ésta haya construido estructuras colosales en órbita a su planeta principal o en franjas orbitales en torno a su estrella, que sean visibles desde la Tierra.
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Otra cuestión candente en la búsqueda de huellas de la presencia de inteligencia extrahumana en el universo es la que se conoce como la Paradoja de Fermi, por ser formulada originalmente por el físico Enrico Fermi en 1950, y que, a grandes rasgos, plantea lo siguiente: Si la vida inteligente fuera de la Tierra es común, ¿por qué no hemos detectado aún ninguna civilización alienígena? Las respuestas a esta pregunta podrían ser que la vida inteligente es rara, que las civilizaciones inteligentes avanzadas inevitablemente se autodestruyen, que esos seres inteligentes aún no nos han visitado por estar demasiado lejos, o que están cerca pero no se dan a conocer. Anders Sandberg, del Instituto del Futuro de la Humanidad, en la Universidad de Oxford, está investigando la cuestión de cuán lejos en el espacio y en el tiempo podría surgir una civilización que tuviera todavía alguna oportunidad para interactuar con la Tierra en la actualidad.
Duncan Forgan, del Real Observatorio de Edimburgo, está estudiando la posibilidad de detectar grandes estructuras construidas, en órbita a otras estrellas, por civilizaciones extraterrestres. Para la detección se podría emplear el método del tránsito. Con este método, se fotografía una estrella a intervalos regulares. Luego, un software especial evalúa el brillo de ella en las imágenes. Si, a intervalos regulares, hay diferencias en el brillo, es probable que ello se daba a que un planeta pase (haga un tránsito) entre la estrella y quienes la observan. El Telescopio Espacial Kepler ha detectado numerosos exoplanetas mediante esta técnica, y son muchos los futuros telescopios y misiones que utilizarán este mismo método.
Forgan ha investigado si la obstrucción del disco estelar por una gran estructura artificial en órbita podría alterar en un grado lo bastante delatador la forma de la curva de luz de un exoplaneta en tránsito. Por ejemplo, un espejo muy grande podría dejar una huella característica en los datos de tránsito de exoplanetas, que podría ser detectable con la próxima generación de telescopios.
Aunque las posibilidades de ver megaestructuras artificiales alienígenas sean muy bajas, las investigaciones SETI pronto se beneficiarán de un enorme archivo de datos sobre exoplanetas para buscar esos hipotéticos objetos artificiales, sin costo adicional. Los científicos que trabajan en actividades SETI podrían detectar la existencia, o vestigios de la antigua existencia, de una civilización alienígena, en el caso de que ésta haya construido estructuras colosales en órbita a su planeta principal o en franjas orbitales en torno a su estrella, que sean visibles desde la Tierra.
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