jueves, 1 de agosto de 2013

Frenar el calentamiento global mediante sistemas BECCS

La implantación a gran escala para mediados de este siglo de sistemas de generación de bioenergía, con captura y almacenamiento de carbono (los sistemas del tipo conocido como BECCS por las siglas de su definición en inglés) puede revertir la tendencia actual al calentamiento global e impedir que la temperatura global del planeta se aposente en 2 grados centígrados (o más) por encima de la reinante antes de la Revolución Industrial.



Ésta es la conclusión a la que se ha llegado en una investigación efectuada en la Universidad Chalmers de Tecnología en Suecia.

Los sistemas BECCS pueden, por tanto, resolver la papeleta del calentamiento global. Pero, obviamente, primero hay que hacer el esfuerzo de implantarlos.

Los cálculos realizados por el equipo del profesor Christian Azar indican que, aún rebasando esa frontera de los 2 grados centígrados extra con respecto a la temperatura global que tenía la Tierra justo antes de iniciarse la Revolución Industrial, sería posible reducir un poco ese incremento, de tal modo que para el año 2150 la temperatura global del planeta estuviera tan solo 1 grado y medio por encima de la reinante antes de la Revolución Industrial.

Todo esto, por supuesto, siempre y cuando se haga una implantación a gran escala de sistemas BECCS no más tarde de la década de 2060, y eso se complemente con energías limpias y renovables como la solar.

Con el nombre genérico de BECCS se define a una tecnología bioenergética (o combinación de tecnologías), para refrenar la liberación en la atmósfera de gases de efecto invernadero, que produce biocombustibles con los que alimentar centrales eléctricas térmicas, así como motores de vehículos, a la vez que elimina simultáneamente el dióxido de carbono de la atmósfera.

Por un lado, el uso de biocombustibles puede lograr que las concentraciones atmosféricas de gases con efecto invernadero dejen de aumentar. Por ejemplo, la biomasa vegetal que es quemada en su forma de biocombustible emite dióxido de carbono (CO2), pero mientras los árboles y demás plantas de los que procede esa biomasa crecían, actuaban como un sumidero de carbono, absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera. La clave está en el equilibrio. La cantidad de CO2 liberada es la misma que se absorbió primero, con lo que la emisión total neta de dióxido de carbono está a cero al final del ciclo.

Por otro lado, si a esa utilización extendida de biocombustibles se le agrega un uso también lo bastante extendido de métodos para atrapar el dióxido de carbono allá donde se genere y almacenarlo a gran profundidad bajo la superficie, aunque al principio esta labor se aplique solo a los gases expulsados por centrales eléctricas, se absorberá más CO2 del que se liberará, con el resultado de que disminuirán sus concentraciones atmosféricas y posiblemente se ayudará a revertir el calentamiento global.

Sin embargo, tal como alertan los autores del estudio, no hay que ver la eficacia de su plan como un argumento para retardar unos años o décadas más las reducciones de emisiones de CO2. "La tecnología BECCS sólo puede revertir el calentamiento global si logramos emisiones netas negativas del sistema energético a escala global", subraya Azar. "Esto significa que todas las demás emisiones de CO2 necesitan ser reducidas a casi cero. Además, las temperaturas sólo pueden reducirse mediante este método en unas 6 décimas de grado centígrado por siglo, lo que es demasiado lento para actuar a modo de freno de emergencia si los daños climáticos resultan ser demasiado altos. Cuanto más reduzcamos las emisiones ahora, más ambiciosas podrán ser las metas que logremos alcanzar a largo plazo".

Los resultados de este estudio se han publicado en la revista académica Environmental Research Letters, editada por el Instituto de Física, una importante sociedad científica internacional que cuenta con cerca de 40.000 miembros.

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