Se ha descubierto por qué un fármaco específico contra el cáncer es tan eficaz para matar células cancerosas. El hallazgo podría ser usado para ayudar al diseño de futuros tratamientos contra el cáncer.
El equipo del profesor Daniel Davis, del Centro Colaborativo para Investigación de la Inflamación (MCCIR por sus siglas en inglés), dependiente de la Universidad de Manchester en el Reino Unido, utilizó vídeo de alta calidad para investigar por qué el rituximab es tan eficaz para matar células B cancerosas. Este fármaco se utiliza ampliamente en el tratamiento de neoplasias de células B, como el linfoma y la leucemia.
Usando microscopios láser de alta potencia, los investigadores grabaron vídeos del proceso mediante el cual el rituximab se enlaza a una célula enferma y luego atrae a glóbulos blancos llamados células asesinas naturales, conocidos también como células citolíticas naturales, para que ataquen a la célula. A través de las observaciones, los investigadores descubrieron que el rituximab tendía a adherirse a un lado de la célula cancerosa, formando allí una protuberancia. Este fármaco hizo que la célula tuviera dos partes diferenciadas, a modo de parte frontal y parte trasera, con un cúmulo de moléculas proteicas concentradas en un lado.
Pero lo que más sorprendió a los científicos fue cómo esto cambió la eficacia de las células asesinas naturales para destruir a estas células enfermas. Cuando una célula asesina natural se adhería a la protuberancia en la célula B, su tasa de éxito para matar a dicha célula era del 80 por ciento. Por el contrario, cuando la célula B no tenía este cúmulo de proteínas en un lado, sólo era eliminada el 40 por ciento de las veces.
El equipo del profesor Daniel Davis, del Centro Colaborativo para Investigación de la Inflamación (MCCIR por sus siglas en inglés), dependiente de la Universidad de Manchester en el Reino Unido, utilizó vídeo de alta calidad para investigar por qué el rituximab es tan eficaz para matar células B cancerosas. Este fármaco se utiliza ampliamente en el tratamiento de neoplasias de células B, como el linfoma y la leucemia.
Usando microscopios láser de alta potencia, los investigadores grabaron vídeos del proceso mediante el cual el rituximab se enlaza a una célula enferma y luego atrae a glóbulos blancos llamados células asesinas naturales, conocidos también como células citolíticas naturales, para que ataquen a la célula. A través de las observaciones, los investigadores descubrieron que el rituximab tendía a adherirse a un lado de la célula cancerosa, formando allí una protuberancia. Este fármaco hizo que la célula tuviera dos partes diferenciadas, a modo de parte frontal y parte trasera, con un cúmulo de moléculas proteicas concentradas en un lado.
Pero lo que más sorprendió a los científicos fue cómo esto cambió la eficacia de las células asesinas naturales para destruir a estas células enfermas. Cuando una célula asesina natural se adhería a la protuberancia en la célula B, su tasa de éxito para matar a dicha célula era del 80 por ciento. Por el contrario, cuando la célula B no tenía este cúmulo de proteínas en un lado, sólo era eliminada el 40 por ciento de las veces.
Esta imagen muestra células B cancerosas que han sido tratadas con rituximab. La proteína CD20, mostrada en verde, ha sido atraída hacia un lado de las células. Cuando los glóbulos blancos conocidos como células asesinas naturales se aproximen a las células, tendrán un 80 por ciento de probabilidad de matarlas si se adhieren en el lado donde se han acumulado las proteínas. (Imagen: MCCIR)
Lo que este hallazgo demuestra es que esta capacidad de "polarizar" una célula moviendo proteínas dentro de ella, debe ser tomada en cuenta al poner a prueba nuevos anticuerpos como tratamientos potenciales contra células cancerosas.
La investigación se llevó a cabo en colaboración con MedImmune, una sección de la compañía farmacéutica AstraZeneca.
Información adicional
Lo que este hallazgo demuestra es que esta capacidad de "polarizar" una célula moviendo proteínas dentro de ella, debe ser tomada en cuenta al poner a prueba nuevos anticuerpos como tratamientos potenciales contra células cancerosas.
La investigación se llevó a cabo en colaboración con MedImmune, una sección de la compañía farmacéutica AstraZeneca.
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