sábado, 27 de julio de 2013

Ensayando en un robot técnicas de búsqueda de vida para el subsuelo marciano

Todo apunta a que si hay vida en el Planeta Rojo, ésta debe hallarse en el subsuelo, el único sitio en el que puede estar lo bastante protegida. Ensayar sistemas que le permitan a un robot taladrar el suelo y extraer muestras subterráneas es un paso previo imprescindible para emprender cualquier expedición robótica que aspire a alcanzar objetivos ambiciosos en la búsqueda de vida marciana.



Zoe, un fascinante robot del que los redactores de NCYT de Amazings ya hablamos en un artículo del 27 de agosto de 2004 (http://www.amazings.com/ciencia/noticias/270804a.html) cuando ese explorador cibernético aún estaba en su infancia, se convirtió poco después en el primer robot que logró cartografiar la presencia de vida microbiana en el desierto de Atacama durante su expedición de 2005 allí. Zoe protagoniza ahora, en 2013, un nuevo y apasionante capítulo en el desarrollo científico y tecnológico de métodos para buscar vida en Marte.

En el marco de una investigación astrobiológica de la NASA, la colaboración entre el Instituto SETI en Mountain View, California, y la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Pensilvania, de Estados Unidos ambas instituciones, está aunando astrobiología y robótica avanzada hacia ese objetivo de buscar vida en Marte. Entre las operaciones, destacan el envío de Zoe otra vez al Desierto de Atacama, equipado con algunas herramientas especiales para la ocasión, como por ejemplo un taladro, fabricado por Honeybee Robotics, con el que perforar el suelo hasta un metro de profundidad, para extraer muestras y analizarlas mediante instrumentos del robot. Dado que en los suelos del desierto de Atacama los microorganismos son escasos, detectarlos no es mucho más fácil que detectar a los microorganismos marcianos si estos últimos existen.

Para el 2020, la NASA planea enviar a Marte un robot que tenga como misión hacer excavaciones en puntos con máximo interés astrobiológico, como algunos de los terrenos con erosión fluvial que el robot Curiosity está explorando últimamente en el Planeta Rojo. Las pruebas con el robot Zoe sirven para validar tecnologías utilizables para la futura misión a Marte o descubrir qué puntos débiles hay que solventar.

Zoe mide 2,7 metros (9 pies) de largo y 1,8 metros (6 pies) de ancho. Se desplaza sobre 4 ruedas. Un panel solar de alta eficiencia, que mide 3 metros cuadrados, genera electricidad para sus sistemas, mediante células solares de arseniuro de galio. Dado que está alimentado exclusivamente por energía solar, el robot actúa mayormente de día, aunque puede hacer algunos trabajos de procesamiento de muestras científicas durante la noche. Recorrer decenas de kilómetros en el corazón del desierto de Atacama sería un reto muy peligroso para un Ser Humano solo, pero Zoe está preparado para esta clase de aventuras, como lo estarán sus primos que algún día viajen a Marte.

Entre los miembros principales del equipo científico de Zoe figuran David Wettergreen del Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon, la geóloga planetaria Nathalie Cabrol del Centro Carl Sagan dependiente del Instituto SETI, y diversos especialistas de la Universidad Católica del Norte en Chile, las universidades estadounidenses de Tennessee y Washington, y el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.

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