lunes, 15 de junio de 2015

PROCESOS EN LA INDUSTRIA GRAFICA

PRIMERA PARTE

Generalidades

La realización de la gran mayoría de los productos impresos  desde un afiche hasta un libro o una caja plegadiza implica llevar a cabo una cadena de procesos, de la cual la impresión es apenas uno de los eslabones. No obstante, en la práctica, la impresión sirve de eje de la producción, tanto así que con frecuencia se subdividen los procesos gráficos en preimpresión (o preprensa), impresión y posprensa (o terminación).

Como en especial la categoría de preimpresión resulta muda o su generalidad es excesiva, se propone la clasificación siguiente, al menos con fines aclaratorios:
• Preparación de Artes y Originales
• Obtención de Planchas
• Ejecución de la Impresión
• Terminación del Producto Gráfico
Se componen así cinco grupos de procesos para comprender la producción gráfica en general. Es importante anotar que el desarrollo tecnológico marca una tendencia hacia la simplificación de los procesos mencionados. Este manual, sin embargo, se propone ser útil para quienes intervengan o deseen intervenir en la realización de cualquier proyecto gráfico, sea cual sea el nivel de sus recursos, por esta razón tomará como eje argumental el desarrollo de los procesos gráficos en el ordenamiento convencional enumerado, anotando en cada caso pertinente las peculiaridades de los mismos en su ejecución con medios tecnológicos avanzados.

Secuencia convencional de los procesos gráficos

En los capítulos siguientes se desglosará a fondo cada uno de los procesos gráficos, aquí se describe a la ligera su sustancia, tomando el caso de la producción de un plegable promocional, con el objeto de dilucidar las inquietudes primarias.



Si se desean diez mil ejemplares de un plegable, es indispensable empezar por el diseño o la concepción global del impreso. Una vez definido el diseño se procede a la preparación de originales, lo cual significa elaborar o conseguir las ilustraciones y fotografías, redactar o editar los textos y los títulos, definir con exactitud la posición que ocupa cada uno de estos y otros tantos elementos que se quieran incluir (arabescos, recuadros, líneas, logos, troquelados, etc.). Por último, se realizan los artes finales —que para el caso son dos, uno por cada cara impresa del plegable.

Dados en su estado definitivo los artes y originales, se efectúa la fotorreproducción de los mismos. En esencia, se trata de plasmar, en una plancha y al tamaño en que serán impresas, todas las imágenes que componen el plegable.

Antes de continuar con el plegable, es conveniente aclarar algunos conceptos. La operación de imprimir —en la gran mayoría de los sistemas de impresión— consiste en transmitir tinta a un sustrato con la interposición directa o indirecta de un elemento que configura la imagen deseada y mediante la acción de una máquina impresora o prensa.

Para una explicación didáctica, se puede tomar el caso de una persona (máquina impresora) que emplea un sello (portaimagen), previamente presionado en una almohadilla entintada (tinta), para registrarlo (imprimir) en una serie de hojas (sustrato). De lo cual se deduce la normal coincidencia de cuatro elementos mínimos para realizar una impresión:
• sustrato
• tinta
• portaimagen
• prensa



Conviene aclarar que el sellado común de oficina dista de ser un caso representativo de la impresión gráfica industrial, donde la uniformidad de la imagen en todos los ejemplares constituye el objetivo prioritario y el fundamento de la impresión.

Hasta aquí el paréntesis. A partir de los artes y originales sirven a su vez de base para la obtención de las planchas es decir, entre otros, las planchas litográficas o flexográficas, los clisés tipográficos, los cilindros de rotograbado y los esténciles serigráficos (de screen).

Producidos los portaimágenes (Planchas), se instalan en la correspondiente máquina impresora y se realiza la impresión propiamente dicha. No sobra decir que, dependiendo del carácter de la impresora, previamente puede haber sido necesaria la conversión del sustrato al formato adecuado para la impresión. Un caso: si se va a imprimir en una máquina de cuarto de pliego, la cartulina, por ejemplo, se debe acondicionar a la capacidad de la prensa. Igualmente ha sido preciso preparar con antelación las mezclas de tinta requeridas.

Realizada la impresión, todavía faltan varias operaciones para disponer de los diez mil plegables, operaciones que en general se congregan en el concepto de posprensa.

Si se supone que en un cuarto de pliego —formato en el cual se efectuó la impresión del ejemplo— caben seis ejemplares del plegable, hay que separarlos y transformarlos a sus dimensiones definitivas —operación de refile—. Luego de lo cual se tendrían diez mil hojas del tamaño previsto impresas por ambos lados; pero como el producto esperado finalmente es un plegable, deben efectuarse los pliegues, lo cual puede implicar varias operaciones adicionales.

Aun con esto, faltaría mencionar las operaciones de empaque, para no hablar de los posibles trámites de embarque.

Alternativas a la secuencia convencional

La anterior sería una visión global de los pasos convencionales para la producción de una pieza gráfica. Como se mencionó anteriormente, el desarrollo tecnológico, especialmente en el campo de la electrónica, ha inducido en la industria gráfica la tendencia a la simplificación de los procesos requeridos en su producción. A continuación se expresa a grandes rasgos dicha tendencia.




El primer salto posible es el de obviar los artes finales en su versión material —sobre papel, cartulina o similar—. Aplicado a la industria gráfica, el desarrollo de los ordenadores abrió inicialmente la posibilidad de la preparación de página en equipos electrónicos de escritorio sin la inclusión de fotografías u otros originales de tono continuo. Básicamente se trataba de preparar artes de línea en medio electrónico, los cuales podían ser producidos en papel fotográfico —para su procesamiento con medios fotomecánicos convencionales— o directamente en película, lo más recomendable, transmitiendo la información digital de imagen a máquinas fotocomponedoras.

Posteriormente, mejoras en la capacidad de las memorias electrónicas, la introducción de programas de aplicación gráfica con mayor control para el tratamiento de la imagen y el desarrollo de periféricos de estructura abierta han hecho posible la inclusión y manejo de todas las imágenes en la composición de páginas completas por medio electrónico, permitiendo la producción integral de planchas finalizadas.

El avance en la tecnología ido habilitando el procesamiento directo de planchas litográficas. Simultáneamente se han ido introduciendo procesadores específicos de portaimágenes flexográficos, serigráficos y de otros sistemas, que operan a partir de información digital de imagen. Así, tienden a ser también innecesarias las películas, pues un puente conduce hacia los portaimágenes directamente desde los archivos de imagen preparados en el computador.

En esta línea de simplificación de procesos, el nivel más alto de desarrollo alcanzado hasta hoy lo constituyen las impresoras offset digitales. Ellas reciben archivos de imagen digitalizada y los imprimen a todo color, incluyendo la reproducción de fotografías y tramas finas. Esto sin necesidad de procesar películas ni portaimágenes, por cuanto el portaimagen está incorporado a la impresora y se prepara automáticamente para cada ciclo de impresión según la información digital de imagen introducida.

En síntesis, son múltiples las vías optables para realizar un proyecto gráfico. La secuencia convencional de procesos gráficos propuesta al comienzo de esta introducción tiene una serie de variantes, hasta el punto que determinados recursos tecnológicos hacen muy frágil la frontera entre preimpresión, impresión y posprensa.

Camino de la variedad y el experimento

Se esbozó la secuencia convencional para la producción de un impreso y se insinuaron las posibilidades de simplificar esa secuencia. Desde luego que como la variedad de los productos gráficos es casi ilimitada, cada producto específico supone una combinación específica de operaciones. Es más, como incluso son infinitas las variaciones del genérico “plegable» o, dicho de otra forma, pueden ser sutiles o notorias las diferencias entre una revista y otra, entre uno y otro catálogo, entre dos estandartes, la ejecución técnica de cada impreso no es una rutina absolutamente preestablecida, en cada cual hay campo para las decisiones creativo-funcionales.

A propósito, la mayor ventaja de los productos impresos reside en su capacidad de conservación, con lo cual a su vez estos se pueden constituir en prueba incontrovertible de las fallas cometidas en su producción. Esto obliga a extremar la atención en el desarrollo de cada uno de los procesos mencionados, y más aún, en cada una de las operaciones que ellos implican: la más mínima omisión inadvertida en un comienzo y apenas detectada en los procesos posteriores, conlleva difíciles y costosas operaciones de corrección; así como cualquier des-cuido en las fases finales desvirtúa todos los aciertos previos.


Por lo demás, no hay por qué alarmarse, la producción industrial gráfica no está vedada para la experimentación y el aprendizaje, sólo requiere cuidado y buen juicio además de un conocimiento sereno de los procesos en conjunto, ya la realización práctica corresponde a los profesionales en cada proceso.

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